Primera etapa (1789-1791)
En la primavera de 1789, Luis XVI nombra Ministro de Economía a Jacques Necker, este convence al rey de convocar a los Estados Generales, que no se habían reunido en más de siglo y medio para analizar nuevas medidas fiscales.
La apertura oficial de los Estados Generales se dio el 5 de mayo de 1789 y se agudizó la crisis política.
La burguesía propuso no votar por estamento sino por cabeza, lo cual se logró. El rey sintió esto como una amenaza.
El 14 de julio de 1789 el Tercer estado tomó la Bastilla, prisión símbolo del Absolutismo. Lo que podía haber sido un acontecimiento más en el curso de la Revolución se consagró ante sus contemporáneos y ante la historia como el emblema de la victoria del pueblo contra los tiranos.
La multitud asalta Versalles y obliga al rey a transladarse a París. El pueblo tomó los poderes municipales: los campesinos asaltaron los castillos y quemaron los documentos que legalizaban los derechos feudales.
Se decreta la abolición de los privilegios, en particular el diezmo, y se proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
La Asamblea Nacional que los proclamó se convierte, dos años después en Asamblea Constituyente y organiza el sistema político y legislativo de la nueva Francia codificado en la Constitución de 1791.
En 1791 Luis XVI intentó huir con su familia, para desde el extranjero, declarar la guerra a la Francia revolucionaria con el apoyo de las potencias europeas absolutistas, pero fueron sorprendidos a las afueras de París, en Varennes, pese a que iban disfrazados.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se inspiró en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
En 1791, Olympia de Gouges escribió La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, una de las primeras manifestaciones de la lucha por la equidad de género.